PRM vs PRM… tendencias y evolución.

SUPERATE

El PRM es el heredero del PRD, el mismo que se aseguraba que solo el PRM destruía al PRD y el que no ha podido gobernar consecutivamente nunca, sobre todo, porque a lo interno las contradicciones están siempre vivas.

Algunos no muy jóvenes, frente a algunos capítulos en estos tiempos, exclaman: ¡es que es el mismo PRD!.

El PRM no es un partido con mando homogéneo, que logre se respeten las directrices, estatutos y líneas, sino que diferentes grupos de poder luchan entre sí por prevalecer sin darse vacaciones y pocas veces coinciden en el objetivo común e incluso, lógico.

En este contexto, personas como Luis Abinader, Manuel Jiménez y Antonio Taveras han tenido que sobrevivir y pelear frente a las críticas de los «históricos» que les denostan por no venir desde las «viejas guardias perredeistas» ni del peñagomismo, tipo de liderazgo que ha caracterizado al partido durante décadas, primero desde el PRD, devenido en PRM.

Luis Abinader ha tenido en sus principales contrincantes, en épocas que deberían ser de trabajo por el gobierno, a personas como Guido Gómez Mazara y Ramón Albulquerque que, empeñados en prevalecer, han incrustado las críticas duras y extemporáneas provocando mucho daño.

Lo mismo ha pasado con Manuel Jiménez, que ha tenido que gobernar con la presidencia del PRM en su contra, y algunos importantes dirigentes denigrando la gestión con sello perremeista, siempre con posiciones oportunistas para, destruido el alcalde, poder escalar.

Los comentarios dentro de segmentos del PRM contra el senador Antonio Taveras han sido igualmente descarnados.

Estos son tres ejemplos que desnudan cómo las luchas internas socavan las bases y entorpecen objetivos «macro» porque solo les interesan sus destinos y no el del partido, no el del gobierno, en la idea de que solo «pisando» se puede andar.

Palabras peyorativas como «ingratos», «traidores» y peores epítetos salen de las bocas, escritos, voceros, de dirigentes políticos y las derraman de forma inmisericorde por las redes, dando paso al supuesto que en el partido nadie manda, que la disciplina es nula y que cada grupo hace lo que cree sin importar el futuro, retener el poder, etc.

El poder vuelve irracionales a los que no saben pelear por él, y los que no acaban de entender que lo principal es ganar, aunque sea una cuota, con quien sea, antes de perderlo todo que es lo que con sus accionar produce en algunos ejecutores de la maña política con métodos obsoletos y suicidas.

Las capas «agresivas» y los proyectos demasiado individuales en el PRM van quedando poco a poco aplastadas por nuevas formas de actuar en las que, comenzando por el gobeirno, se ha tenido que tomar medidas para que el arribismo y la indisciplina no termine corroyendo el gobernar.

El PRM nuevo terminará imponiéndose, suplantando poco a poco a los que no supieron hacer el «transfer» en fondo y forma, para crear una organización con disciplina y vida propia que pueda seguir más allá de la «era Luis Abinader»

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