Cristina y la historia que no debería ser contada.

Para las elecciones del 2016, Manuel y Juancito (Juan de los Santos, en esa época, alcalde), habían platicado pues, el hoy incumbente aspiraba a sustituirlo además de agotar tres periodos como diputado, existía el «rumor» de que quien fuera también presidente de FEDOMU se había mudado de la ciudad, hacia vida fuera de Santo Domingo Este y miraba la senaduría, camino a ser presidente de la república que eran sus objetivos finales.

Cristina Lizardo había pasado periodos muy largos de una penosa enfermedad que requería alejarse de las actividades políticas y, era de esperar que no aceptara otra vez la reelección como senadora pues, la doña no solo era respetada sino que tenía mucho poder, casi absoluto, en las estructuras moradas del municipio.

Juancito pensó podría acceder fácilmente a ser el próximo senador de la provincia aun cuando no hubo nunca un lanzamiento oficial, pues se esperaban las decisiones de «los jefes» de la llamada OTAN que al final era quienes, elección por elección, vulneraban derechos y señalaban a dedo las candidaturas como si fuera un bizcocho que mantuviera el equilibrio, ese que para el 2019, ya estaba totalmente roto.

Nadie puede asegurar quien decidió al fin pero contrario a lo que Juancito «calculó», Cristina, enferma y todo, fue nombrada y se «ordenó» al alcalde regresar a la no – deseada candidatura de reelección y es mejor, recordar hasta acá la historia porque poco tiempo después la desgracia tocó a la puerta de la política municipal.

Cristina «gobernó» la senaduría pero hasta el punto de perderla de forma aplastante frente al «novato» Antonio Taveras que, aun no deseado en el partido que de pronto se convirtió en mayoritario, logró imponerse con el impulso de mucha sociedad civil.

Llegan los nuevos tiempos. Quienes nunca se pensó se reencontrarían, lo hicieron, morados y verdes se unen en un beso extraño que destruyen todos los análisis políticos cuando un poco de sentido moral se coloca y otra vez, juntos, acuerdan una candidatura sacada como conejo de un sombrero, en un contexto donde Rubén Maldonado, figura que había incluso desarrollado un insípido «senado en los barrios» cuando fue presidente del legislativo, se lanzaba pero otra vez, no se contaba con que Cristina, sí, otra vez, querría competir, como lo hizo años antes tronchando la candidatura de Juancito.

Maldonado termina haciendo una lamentable coordinación de las candidaturas a alcalde en la provincia, mientras a Cristina no se le ha activa desde la bochornosa «derrota» de la oposición que le tocó por competir contra «patanas» de dinero y sus propios partidos llenos de traiciones que parieron un verdadero desastre que reventó las nunca honestas y verdaderas encuestas.

Antonio, que sigue con muchas dificultades en un partido que ni lo quiso, quiere o querrá, sin embargo, avanza recuperándose de increíbles mediciones que mostraban una Cristina resucitada pero que ahora no aparece ni en fotos.

Se acerca el día de las elecciones finalmente y el tiempo para la creación de una Cristina nueva que parece que no posee logros que mostrar desde pues de tanto empeño en ser ella la elegida, se enfrentará a un Antonio que ha recompuesto sus argumentos, perfil y redes de cara a pasar de forma convincente luego de no haber podido comunicar durante años la buena labor legislativa de su periodo, donde ha impulsado o resuelto muchos pendientes históricos precisamente, por la inacción de la propia Cristina, su predecesora.

Lo que vemos hoy es la continuidad de las historias que por envolver personas que ya no están con nosotros, no deberían ser contadas pero al final, forman parte de esta.

Se vislumbra de que la Alianza pagará caro el haber impuesto otra vez a Cristina para estas elecciones 2024, presa de su propia tozudez

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