Ser funcionario del estado es complejo en estos tiempos.
Redes, inquisidores, periodistas, sicarios digitales, equipos políticos adversos, arribistas, mafias de abogados + prensa listos para chantajes mediáticos, lapidadores asesinos de prestigios y dignidades sin ningún escrúpulo, vampiros que van directo a yugulares.
Es el N funcionario que cae de Santo Domingo Este y amenaza con no ser el último, aunque algunos se fueron aparentemente «salvos» hasta que no arrecie más la campaña y los fantasmas que el mercadeo ha logrado demorar, se desaten.
Mérido queda a la deriva, como siempre debió ser, sin nómina que atender u ofrecer, sin títulos que alguien pudiere prometer por favores políticos en caso de, alguien que desde el estado, se «equivoque».
Ahora, el ex-funcionario logra su libertad absoluta para demostrar que es político, más allá del mal manejo mediático de la crisis, con medios, algunos de ellos evidentemente interesados en «hacerlo caer».
Mérido goza de prestigio entre sus iguales, es reconocido entre las fuerzas vivas del municipio, más allá de las menciones en medios y denuncias como funcionario.
Tendrá que elegir si seguir el amargo camino de la «política partidaria» a la que intenta entrar y que crea tantos frentes adversos o continuar su exitoso andar en los negocios inherentes a su profesión.
Si bien es verdad que puede ser empresario y político, el mundo de la competencia electoral es descarnado y ya Mérido probó el sabor amargo del estar en un lado y el otro.
El futuro siempre es incierto.
Los seres humanos tenemos comportamientos ambiguos, a veces, políticamente incorrectos en tiempo y espacio.
Nunca se podrá determinar qué llevó al ex-funcionario a entrar en la competencia electoral, teniendo las mínimas posibilidades, más allá del síndrome que produce tener el poder que confiere un decreto.
Todo falta por ocurrir en la vida de los seres humanos y, para quien no podrá entregar un título más, teniendo otros vendavales de los que sobrevivir, queda libre.
@Fdo_Buitrago
