Alexandra Peña emergió en momentos de construcción de la Fuerza del Pueblo desde sus inicios, casi inmediatamente de Leonel abandonar el partido.
Ha sido una gran armadora, con la ayuda de Jesús Feliz que, con su experiencia, abonó para que el partido hoy tenga presencia importante y crecimiento incluso, cuando aun Rafael Castillo no había abandonado el manto morado.
Edita se ha quedado en el PLD mientras lo ven decrecer todos los días, como una sobreviviente aferrada al pasado pero confiada, viendo posibilidades de al final lograr un escaño, el tan anhelado escaño en el parlamento dominicano.
Los números hoy, arrojan que la Fuerza del Pueblo saldría con una plaza y el PLD otra, solo si alguien unificador salia y Cabrera ha salido, según sus propias palabras, como tabla de salvación pues sino la plaza de la Circunscripción 2, otrora un bastión morado, que llego a tener tres escaños, podría quedarse desierta.
La tarea de Cabrera es lograr unificar el PLD alrededor de su candidatura en el convencimiento que tener al menos una plaza no es cuestión de querer sino de supervivencia del partido ante la real amenaza de no tener ni un punto morado.
Cabrera, como todo político bueno, no gusta a todo el mundo sino que su sola presencia desata pasiones a favor y en contra, siendo esta la hora de sumar a todos, ese es el reto.
El caso de Castillo es diferente pues el liderazgo de Alexandra es real, desde lo organizativo y aunque sus estructuras crecen favorablemente, es posible que no lleguen a poder igualarse a las del diputado y he ahí donde el método d’ Hunt podría dejarla sin posibilidades, por ahora.
Ambos partidos tienen serios problemas con poder llenar las boletas necesarias para la próxima competencia electoral.
