PRM en SDE. ¿Juego de sillas o hipocresía política en la Alcaldía de Santo Domingo Este?

La Alcaldía de Santo Domingo Este se ha convertido en un escenario de pugnas políticas que revelan una doble moral alarmante. Durante los cuatro años de gestión de Manuel Jiménez, dirigentes del Partido Revolucionario Moderno (PRM) no cesaron de acusarlo de excluir a los perremeístas de los empleos municipales, denunciando que la nómina estaba “repleta” de aliados de otros partidos o de su círculo cercano. Sin embargo, el panorama cambió drásticamente con la llegada de Dío Astacio, quien, según múltiples señalamientos, ha priorizado a sus pastores y allegados en la administración, desplazando a los perremeístas que antes clamaban por espacios. Este silencio ensordecedor de los mismos dirigentes que ayer gritaban indignación plantea una pregunta inescapable: ¿es esto un simple cambio de turno en el juego de las sillas municipales o una hipocresía política descarada?

La gestión de Jiménez fue blanco constante de críticas por parte de los perremeístas, quienes aseguraban que el entonces alcalde ignoraba a la base del PRM, privilegiando a externos o a miembros de su entorno. Estas acusaciones, amplificadas en redes sociales y medios locales, alimentaron una narrativa de traición al partido que respaldó su candidatura. Sin embargo, la llegada de Astacio no ha traído la redención que muchos perremeístas esperaban. Por el contrario, testimonios de militantes señalan que el nuevo alcalde ha llenado la nómina con personas cercanas a su círculo religioso y personal, cancelando o marginando a los perremeístas que aguardaban su oportunidad. Este giro ha dejado en evidencia una inconsistencia: los mismos que acusaban a Jiménez guardan ahora un silencio cómplice ante las acciones de Astacio. ¿Dónde está la indignación que pregonaban?

Este cambio de actitud no solo refleja una lucha interna por el control de los recursos municipales, sino que también expone cómo los intereses personales priman sobre los principios partidarios. Los dirigentes del PRM que ayer denunciaban exclusión parecen haber olvidado su propio discurso, aceptando o ignorando la marginación de sus compañeros bajo la gestión de Astacio. Esta pasividad sugiere que las críticas a Jiménez no eran tanto por lealtad al PRM, sino por la ambición de acceder a los puestos que ahora, irónicamente, les son negados. La ciudadanía de Santo Domingo Este, meanwhile, observa cómo el municipio se convierte en un tablero de ajedrez político donde las lealtades se negocian y los méritos quedan en segundo plano. ¿Es esta la transparencia y meritocracia que el PRM prometió?

La pregunta final es contundente: ¿qué busca realmente el PRM en Santo Domingo Este? La falta de reacción ante las decisiones de Astacio, en contraste con la furia desatada contra Jiménez, desnuda una política oportunista que prioriza el acceso al poder sobre el bienestar del municipio. Los ciudadanos, que enfrentan problemas como calles en mal estado y servicios deficientes, merecen una administración enfocada en resultados, no en repartos de cuotas. Si los perremeístas callan hoy porque esperan su turno en la nómina, están traicionando no solo a su partido, sino a los munícipes que confiaron en ellos. Es hora de que Santo Domingo Este deje de ser un botín político y se convierta en un proyecto de desarrollo colectivo. ¿Seguirán los dirigentes en silencio, o al fin alzarán la voz por algo más que sus propios intereses?

CAJITA CONVERTIDORA

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