
La administración de Dio Astacio enfrenta un «desastre» institucional, según los comentarios ciudadanos, marcado por una falta de transparencia y compromiso. En este contexto, se percibe una desesperación por encontrar una figura con la capacidad de Miguelina para revertir la crisis. En los pasillos, se murmura que la alcaldía necesita una «camicaze» con su talento y determinación, pero la pregunta es: ¿quién querría trabajar en una institución con «transparencia cero»? Algunos incluso sugieren que solo alguien dispuesto a arriesgar su reputación, o a terminar en una «habitación de 2×2 con puerta de rejas», aceptaría el desafío.


Astacio ha intentado «rescatar» a algunos funcionarios desvinculados por Jiménez, pero estos esfuerzos no han rendido frutos. La falta de calidad en el equipo actual, comparado con el conglomerado de profesionales de la gestión anterior, refuerza la percepción de que figuras como Miguelina son irreemplazables. Además, prácticas como los cobros de tarifas de mercado a los dolientes en las funerarias municipales han generado indignación, evidenciando una falta de amor y compromiso por el prójimo que contrasta con el espíritu de servicio de la gestión de Jiménez.
Miguelina de Castro es un tema ineludible porque representa el pináculo de lo que la alcaldía de Santo Domingo Este pudo ser. Como uno de los íconos de la gestión de Jiménez, su carisma y contribución a los logros de 2020-2024 la han inmortalizado dentro de un conglomerado de profesionales cuyo legado sigue emergiendo. Sin embargo, su nombre también resuena por estar atrapado en rumores y controversias, reflejando el ambiente de deterioro y polarización actual. En los pasillos, se habla de ella porque simboliza un estándar de competencia y compromiso que la administración de Astacio no ha logrado igualar.
En los pasillos de la alcaldía de Santo Domingo Este, Miguelina de Castro es una figura central porque encarna el contraste entre el éxito pasado y el caos presente. Como uno de los íconos de un conglomerado de profesionales que dejaron una huella imborrable bajo la gestión de Manuel Jiménez, su carisma y dedicación siguen siendo un referente. Mientras la alcaldía languidezca en la opacidad y la desconexión con la ciudadanía, el nombre de Miguelina, junto al de sus compañeros de entonces, continuará resonando como un recordatorio de lo que se perdió y de lo que, tal vez, aún podría recuperarse si se retoma el compromiso de aquellos años.


