El proselitismo desenfrenado del PRM en Santo Domingo Este: un circo político que traiciona a la ciudad

Santo Domingo Este, el corazón demográfico de la República Dominicana, se encuentra ahogado en un proselitismo perremeísta que parece una campaña presidencial interminable. Lejos de enfocarse en fortalecer la gestión del gobierno o en atender las necesidades urgentes de la ciudad, los dirigentes del Partido Revolucionario Moderno (PRM) han convertido el municipio en un escenario de figureo vacío, donde las cámaras y la autopromoción sustituyen cualquier atisbo de política sustantiva.

Este frenesí proselitista, alimentado por una militancia diseñada desde la alcaldía, no solo desvirtúa el propósito del partido, sino que actúa como un enemigo interno, socavando el proyecto nacional del PRM y dejando al presidente Luis Abinader solo en su batalla por hacer un gobierno viable.

Proselitismo sin propósito: un municipio secuestrado

En una ciudad que clama por soluciones reales —calles transitables, recolección eficiente de basura, seguridad ciudadana y servicios básicos—, el PRM local ha optado por un despliegue de actos políticos carentes de valor. Desfiles, concentraciones y eventos diseñados para el lucimiento personal proliferan, mientras los problemas estructurales de Santo Domingo Este siguen sin respuesta. Este proselitismo insípido no es solo una distracción; es una traición a los ciudadanos que confiaron en el PRM para transformar su realidad. La militancia, lejos de ser un motor de cambio, se ha convertido en una maquinaria de autobombo, orquestada desde la alcaldía, que prioriza la imagen sobre los resultados.

La alcaldía, que debería ser un faro de gestión eficiente, actúa como el epicentro de esta fiebre proselitista. En lugar de canalizar recursos y esfuerzos hacia el desarrollo municipal, se ha convertido en un trampolín para las ambiciones personales de sus líderes, quienes parecen más interesados en posicionarse para el 2028 que en resolver los problemas del presente. Esta dinámica no solo debilita la credibilidad del PRM en el municipio, sino que también genera una desconexión con el liderazgo nacional, encarnado en un presidente que lucha en solitario por mantener a flote un proyecto de nación.

Un partido sin brújula, un presidente sin respaldo

Mientras Luis Abinader enfrenta los retos de gobernar en un contexto de crisis globales y locales, los dirigentes perremeístas de Santo Domingo Este parecen vivir en una realidad paralela. Su obsesión con el proselitismo no responde a un plan de país ni a las necesidades de la ciudad, sino a una carrera desenfrenada por colarse en las elecciones del 2028. Este cortoplacismo es suicida: sin Abinader, el PRM carece de un liderazgo capaz de cohesionar al partido y proyectarlo hacia el futuro. Sin embargo, los militantes locales, cegados por el figureo, no logran comprender que su falta de compromiso con el presente pone en riesgo no solo su municipio, sino también el futuro político del partido.

La ausencia de un proyecto claro para Santo Domingo Este es alarmante.

Los dirigentes no articulan propuestas ni trabajan en soluciones concretas; en cambio, se limitan a un activismo estéril que no trasciende la foto o el titular. Esta falta de visión es aún más grave cuando se considera que la militancia, en lugar de cuestionar esta deriva, se pliega a ella, temerosa de desafiar a los líderes locales que controlan la maquinaria partidaria desde la alcaldía.

Una oposición cómplice en su silencio

El dominio del PRM en Santo Domingo Este no se explica por la fortaleza de su gestión, sino por la inanición de una oposición que permanece muda, caída e inmóvil. Partidos como el PLD y la Fuerza del Pueblo han fracasado en articular una alternativa creíble, permitiendo que el proselitismo perremeísta campe sin resistencia. Este silencio levanta sospechas de complicidad local: ¿es incapacidad o un pacto tácito que beneficia a las élites políticas de ambos bandos? Sea cual sea la respuesta, la ausencia de un contrapeso efectivo deja a la ciudadanía sin opciones reales, atrapada en un circo político que no ofrece soluciones.

El costo de la política vacía

El proselitismo desenfrenado en Santo Domingo Este es una afrenta a los ideales del PRM, un partido que llegó al poder prometiendo cambio y eficiencia. Cada evento vacío, cada discurso hueco, y cada acto de autopromoción son un recordatorio de que la política, en manos de quienes solo buscan el reflector, se convierte en un obstáculo para el progreso. Mientras Abinader se desgasta en la gestión nacional, los líderes locales del PRM traicionan su legado al priorizar sus ambiciones personales sobre las necesidades de la ciudad.

Conclusión: un ultimátum para el PRM

Santo Domingo Este no puede seguir siendo rehén de un proselitismo que confunde la política con un espectáculo de vanidades. El PRM debe despertar y poner fin a esta deriva, reorientando sus esfuerzos hacia una gestión municipal que responda a los ciudadanos y no a los egos de sus dirigentes.

Sin un cambio radical, el partido no solo perderá la confianza de los votantes, sino que también arriesgará su futuro político. Porque, como queda claro, sin Luis Abinader no habrá 2028, y sin un compromiso real con Santo Domingo Este, el PRM se convertirá en su propio verdugo.

Es hora de que los perremeístas dejen de bailar al son del figureo y trabajen por una ciudad que merece mucho más.

CAJITA CONVERTIDORA

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