Los llamados banqueros… pero de bancas de apuestas, inundan el espectro político… de casi todos los partidos con todo el derecho.
Es claro, si, que la proliferación incontrolada del juego hace a una sociedad más alejada del desarrollo, la cultura, el emprendimiento, sumiendo a sus pobladores en la esperanza de tener la suerte que nunca llega de sacarse un número entre miles, a veces, millones, con probabilidad cercana al 0, arriesgando a veces el dinero familiar para engordar a dos o tres que terminan con sus bolsillos llenos.
Sin embargo.
Esto no atañe a partido específico.
La inundación de las llamadas bancas de apuestas es gracias a un plan de desmonte social, para convertir a la sociedad dominicana en simples clientes, limitar la capacidad de análisis y progreso, pendientes al Black Friday, listos para ser consumidores de lo que no necesitan y atentos a los contenidos banales, vacíos, que lo alejen del camino del desarrollo humano, que es el camino que transitan todos los pueblos que han alcanzado sus metas.
El exceso de bancas de apuesta aleja al ser humano de comportarse como ciudadano y en República Dominicana, desde el estado, los diferentes y últimos gobiernos, han sido promotores de este tipo de estancamiento social para lograr el control del pueblo y la hegemonía total… mientras más entretenimiento y creencia en lo inalcanzable, más tardarán en preocuparse de lo importante, que es desarrollarse.
Los cambios se hacen desde el gobierno y son estos los culpables que hoy incluso, los millonarios creados por el juego de azar que va de la mano de la degradación social, se incrusten como candidatos e incuso, posean hasta su propio partido político.
Esto cambiará algún día pero no porque alguien llegue a ser alcalde pues no tiene el poder del cambio necesario, sino por la necesaria proliferación de entes con suficiente conciencia de que el camino que lleva al desarrollo a un pueblo, a una ciudad, a un conglomerado humano, es estar claro que solo el deporte, la cultura, la educación, las oportunidades y el claro convencimiento del atraso que representa solo estar pendiente a ganar una lotería, se impondrán.